Las condiciones ambientales óptimas requeridas para la reproducción de los diferentes alérgenos determinarán las estaciones en las que debemos poner más atención para protegernos y tomar medidas para evitar el contacto con los elementos que nos provocan las diversas reacciones alérgicas.
Así, para la alergia a los ácaros del polvo, el otoño es la estación más temida. Por el contrario, el verano suele ser su época más benévola.
Durante el otoño, las constantes lluvias, tan características de esta época, disparan los niveles de humedad. Este factor, unido a unas condiciones térmicas ambientales muy suaves “”sin el calor del verano, pero aún sin entrar en el frío invernal“”, configuran el ambiente idóneo para la rápida reproducción de los ácaros, aumentando exponencialmente la cantidad de estos alérgenos en nuestro hogar.
Obviamente, el clima del medio geográfico en el que vivamos es un factor que marcará la «dureza» del otoño para los alérgicos a los ácaros.
Si nos situamos en España, todas las regiones costeras, sin excepción, son propicias al incremento de los ácaros durante esta época del año, puesto que se dan las condiciones óptimas para su desarrollo: humedad alta y temperaturas suaves.
Pero es el archipiélago canario el que se lleva la peor parte. Los ácaros del polvo precisan un clima temperado y elevados índices de humedad, condiciones que se cumplen totalmente en Canarias.
Sin embargo, el otoño no solo es época de alergias a los ácaros. Precisamente es la estación asociada por antonomasia a los resfriados. Esta coincidencia en el tiempo puede llevarnos a la confusión, puesto que alergias y resfriados comparten buena parte de los síntomas.
El factor determinante para distinguirlos radica en su persistencia: si los síntomas se alargan en el tiempo y se repiten con frecuencia debemos empezar a pensar en visitar a nuestro alergólogo o médico especialista en el diagnóstico y tratamiento de las alergias.
Por ello, es bueno tener presentes los principales síntomas asociados a las alergias a los ácaros:
Las reacciones alérgicas a estos alérgenos tienen lugar habitualmente en nuestras vías respiratorias: tos seca, estornudos, congestión nasal, picor en la nariz o el paladar, dificultad para respirar, etc. También suelen verse afectados los ojos, provocándonos conjuntivitis, lagrimeo, ojos rojos o fotofobia.
Una pista que nos puede llevar a sospechar que padecemos alergia a los ácaros del polvo es que los síntomas se vuelven más severos durante la noche, cuando estamos en la cama, y que al despertarnos por la mañana, nos levantamos con una desagradable sensación de malestar. La explicación es bien sencilla: los ácaros encuentran su hábitat «natural» en la ropa de cama (colchones, mantas, colchas, cojines), de modo que, mientras dormimos, quedamos expuestos a un contacto directo y continuado. De ahí que se agraven los síntomas durante la noche.
Tan importante como el tratamiento médico o farmacológico, es adoptar medidas destinadas al control ambiental para frenar y limitar la proliferación de estos insectos en nuestro hogar. Con la combinación de ambos, nuestra calidad de vida mejorará ostensiblemente.
Si sufrimos este tipo de alergia, es conveniente mantener de manera muy estricta la limpieza del hogar y del dormitorio donde descansamos. Son tareas simples pero que deben ser constantes y sistemáticas.
Así, por ejemplo, debemos tratar de ventilar la casa cada día, lavar las sábanas a temperaturas elevadas, aspirar varias veces por semana y mantener el máximo de ropa y objetos en armarios a resguardo del polvo. Es recomendable también reorganizar los espacios para reducir la posible acumulación de polvo en estanterías, moquetas, cortinas u otros objetos decorativos.
Dadas las condiciones óptimas de reproducción de los ácaros, es conveniente intentar mantener la temperatura del hogar por debajo de los 20ºC y evitar más de un 50% de humedad en el ambiente.
Para hacer todas estas tareas mucho más fáciles y, sobre todo, más eficaces, en el mercado, existen toda una serie de productos destinados a evitar el contacto con los ácaros.
En este sentido, las fundas antiácaros para proteger colchones, mantas, almohadas y edredones se han convertido ya en elementos imprescindibles para quienes sufren alergia a los ácaros.
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Fuente: Comunicados de Prensa